"La humanidad tiene medios para acabar con la pobreza"
"Feliz y juzgado o bien absuelto y miserable"
“No conocemos ninguna religión que no discrimine ... En ninguna de ellas a la mujer se le ha reconocido su libertad individual”
“Cuando se quiere la democracia, se quiere el feminismo”
"La nación tiene necesidad no sólo de lo que tenemos, sino también de lo que somos"
"Es mejor saber después de haber pensado y discutido que aceptar los saberes que nadie discute para no tener que pensar"
"Los hombres, aunque han de morir, no nacieron para morir, sino para innovar"
"Es dudoso que se pueda remediar esta lepra que nos mata sin antes suprimir los partidos políticos"
Una inquietud preponderante acerca de la ociosidad es que en seguida desemboca en aburrimiento. La idea de actuar sin propósito o compromiso durante cualquier período de tiempo sustancial solo tiene, de acuerdo con esta forma de pensar, un atractivo. La experiencia nos enseña que la pereza sin sentido se vuelve perturbadora de manera inevitable. Kant intenta explicar este desconcertante aspecto de nuestro anhelo por una forma de vida que en realidad es una fuente de malestar. Opina que el aburrimiento que provoca la ociosidad es “un sentimiento muy enojoso” en tanto en cuanto aparece debido a nuestra “natural inclinación a la comodidad”. Sin embargo, nuestra afición a vegeta[r] sin propósito”, según sus palabras, resulta ser onerosa en exceso a causa del aburrimiento que pronto nos impone. Al final encontramos maneras de pasar el tiempo que nos permiten escapar del aburrimiento, pero entonces ya no estamos realmente ociosos. De esta forma, “engañamos” nuestra errónea “inclinación” al “reposo inactivo”. Podemos decirnos que solo queremos ociosidad pero tenderemos a emprender tareas-a menudo triviales- que no están del todo de acuerdo con el ideal de ociosidad. La ociosidad y la indiferencia perezosa hacia el curso de nuestros días no puede resistir el impulso competitivo y más fuerte de lanzarnos a terminar tareas pendientes o quizá de emprender otras nuevas. Esta experiencia de estar aburridos cuando no tenemos actividades absorbentes se da con tanta frecuencia que podría darse por hecho que remite a un hecho atemporal sobre la psicología humana.
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